martes, 14 de abril de 2009

Llorar por alguién que no conoces

Es curioso como la adversidad une a las personas. En la sala de espera de la UCI de Córdoba, coincidimos con otros padres, de otros niños con problemáticas diferentes a las del tuyo; es evidente que cada uno tiene su gravedad; unos más pequeños, otros más grandes (hay un niño que desde que nació está en la UCI, tiene ahora 15 días).

Aunque yo no he estado mucho tiempo estos días, porque estoy algo tocado de la garganta y no me quiero acercar al hospital, ayer fui a llevarle un juguete a Raúl y montarle un muñeco (a Marijose no le salía), estuve 10 minutos con él y disfruté como un enano.

Cuando sales y hablas con los padres que están fuera y te cuentan sus cosas… a un niño de 7 meses tenían que hacerle la traqueotomía. Todavía no saben lo que tiene. No conozco al crío, apenas conozco al padre, pero, incluso ahora que estoy escribiendo se me saltan las lágrimas. “No sé qué decirte José”, mis palabras al padre.

Yo creo que en estas situaciones, todos los que estamos allí simplemente nos convertimos en personas. Nos apoyamos y se unifican sentimientos. De verdad que, de todo corazón,  espero que ese niño salga adelante en las mejores condiciones posibles (ya ha sufrido dos infartos)… pero si no va a ser, que acabe cuanto antes, porque me cuesta mucho ver a alguien sufrir de esa manera; ahora estamos más sensibles, más concienciados de las cosas… Joder, esto es un asco.

No hay comentarios: